jueves, 16 de marzo de 2017


 

El miedo, digno de ser estudiado
Diario de Ávila: por Pilar Álvarez A.
 
No hay especie más miedosa que la humana, es el tributo que hemos de pagar por nuestros privilegios. ¿Pero ha que privilegios nos referimos? tenemos miedo a perder qué ¿lo material? Vivimos entre el recuerdo y la imaginación, entre fantasmas del pasado y fantasmas del futuro, reavivando peligros viejos e inventando amenazas nuevas, confundiendo realidad e irrealidad, es decir, hechos un lío. Para colmo de males, no nos basta con sentir temor, sino que reflexionamos sobre el temor sentido, con lo que acabamos teniendo miedo al miedo, un miedo insidioso, y sin fronteras.
Podemos considerar miedos normales los que son adecuados a la gravedad y no anulan la capacidad de control y respuesta. Por ejemplo, el miedo a volar ¿es normal o patológico? En cierto sentido es normal, porque no estamos preparados para surcar los aires, pero en otro sentido no lo es, porque sólo un porcentaje muy reducido de personas lo sufren. Pero hay  diferencia entre dos sensaciones que muchas veces se confunden como iguales, hablamos de la diferencia que hay entre el miedo y la angustia. El miedo tiene la característica de ser objetiva, tenemos miedo de tener un accidente de tráfico si estamos conduciendo…. en cambio, la angustia es el temor a una cosa indefinida, sería como temer a un fantasma o alguna cosa creada por nuestra mente que no se puede delimitar objetivamente como provocadora de este temor.
Sentimos angustia por nuestra existencia ante el hecho de la muerte porque aquello que nos preocupa no está definido, es algo que no sabemos realmente. Sin embargo las personas que asumen el miedo conscientemente terminan haciendo las cosas acertadas. Es preciso decir que la razón viene al rescate como medio para retomar el control de las facultades. De ahí que sea tan importante para el que padece de miedos psicológicos, el desarrollo del intelecto, lo cual le provee de recursos para enfrentarse a su inseguridad (subjetiva) interna y reforzarla objetivamente, en virtud de la razón cabal.
Hay que controlar el pensamiento negativo  y reforzarlo  a menudo, dándonos cuenta de sus desacertadas predicciones e infundados temores, es bueno hablar de ello con naturalidad,  exteriorizándolo, no ocultándolo, con el fin de que otros nos ayuden a convencernos que lo que nos asusta y nos produce miedo, no asusta para nada a los demás, ni les produce miedo alguno. En este sentido, una buena comunicación al respecto, produce efectos sedativos, y ayuda a sacar al individuo de su subjetivismo e incorporarlo a lo objetivo.
Prácticamente hablando, hay que decir “no” al miedo porque no hay que tomarse la experiencia de la vida demasiado en serio ya que estamos, como quien dice, de paso por este mundo “Maya”, lo cual en sánscrito quiere decir engaño, ilusión. Somos solamente un pequeño paréntesis en la historia de la humanidad. Nuestra existencia tiene validez solamente si hemos descubierto la dimensión de la eternidad, en nosotros y en los demás y hemos servido a un Dios que puede ser Dios, Jehová, Buda, Gran Arquitecto del Universo…. y sobre todo a la humanidad en amor y en verdad.
Al final, no somos dueños de nada más que de lo que hicimos y dejamos de hacer en su momento, por lo tanto miedo a perder algo material es absurdo, no tenemos pertenencias. Sino que seremos solamente el recuerdo en la conciencia de lo que nuestra vida fue, para los demás y para nosotros, donde quiera que nos hallemos. Hay que hacer de la vida una experiencia positiva sin miedos, practicando la templanza, la tolerancia… y que el tiempo tome su tiempo, el necesario para rehacer aquello que por miedo creíamos perdido.

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