Lo social
Columna de Opinión
Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez
La muerte olvidada de un Dominguín.
Cuando
faltan pocos días para la feria taurina de Jesús del Gran Poder en Quito, me
viene a la memoria, la historia entrañable y a la vez aventurera, de dos
Salmantinos que han pasado a formar parte, de la historia Taurino en Quito,
Manolo Cerezo Pombo, y su esposa Avelina
Hernández, Manolo Cerezo, destacado mayoral de ganado de lidia, era
también un excelente picador de toros, y muy conocido en el circulo empresarial
taurino en España. La idea de ganar algo de fortuna, les llevaría al Ecuador de la mano de Don
Luis de Ascásubi, a la hacienda más antigua y con más prestigio del Ecuador,
Hacienda Guachalá, con un firme propósito, la crianza de ganado bravo para la
lidia taurina, así se formo la ganadería Santa Mónica, ganadería que debería
cumplir con los compromisos taurinos, tanto del Ecuador, como los de
Venezuela, Colombia, y Perú. Firmaron un
contrato por cinco años, pero el destino tomo otro rumbo diferente, y esos
cinco años, se convirtieron en toda una vida. Dialogaron con mi persona, por el
espacio de catorce años consecutivos, me contaron muchas anécdotas taurinas,
así como también, como al principio trasladaban los toros bravos desde España
vía Venezuela, en las bodegas de un avión, donde algunos no llegaban a su
destino, Cayanbe Hacienda Guachalá, por asfixia en la bodega del mismo. En la
Hacienda Guachalá nacieron sus cuatro
hijos varones, fueron tiempos difíciles donde se tuvieron que acostumbrar a
convivir con los nativos de la zona, aunque para estos, tanto Avelina como Manolo, les fueron de gran ayuda, en
situaciones complicadas, llegaron a ser padrinos de unos cincuenta niños, hijos
de indígenas trabajadores de la misma hacienda.
Trascurrido
un tiempo, la plaza de toros de Quito la adquieren como empresarios, Domingo
Dominguín, y Luis Miguel Dominguín,
dinastía con prestigio tanto en
España como en Latinoamérica. Es
entonces, cuando Manolo Cerezo, forma parte de la cuadrilla de Domingo
Dominguín, como experto picador de toros. Pronto surge una gran amistas y
confianza entre ellos, tanto, que Manolo Cerezo aconseja a Domingo Dominguín la
compra de la Hacienda el Ranchito, donde
se iban dejando los toros sobrantes de la feria de Quito, así dicha Hacienda
fue teniendo ganado bravo de lidia. Más el día
trece de Octubre de 1975 viajan a la Feria Taurina de Guayaquil Ecuador,
descansaron en un hotel de la ciudad hasta la hora de la corrida, Manolo insistió al Maestro Dominguín, para
que fueran a la plaza. Sin embargo él le manifestó que se adelantara, y que le
seguiría. Dominguín jamás fue a la corrida; es más cuando Manolo Cerezo regresa
al hotel, se encuentra con la desafortunada sorpresa de que se había suicidado.
Los motivos se quedaron sin aclarar. Sin embargo el Maestro había pedido
anteriormente que sus restos reposaran en Cayambe, donde la plaza de toros
lleva su nombre como un homenaje de cariño de quienes le
conocieron. Dominguín, estaba casado con
Aura Lucia Mera, que venía de otro matrimonio con el Gobernador de Cali
Colombia, mujer de la alta aristocracia caleña, su relación con el escritor
Gracia Márquez era muy especial al que admiraba mucho. Ante la muerte de su
esposo, decide reunirse con su familia en Cali. Le propone a Manolo Cerezo Mayoral
de la Hacienda el Ranchito, que se compre dándole a su vez toda facilidad de
pagársela cómodamente. La hacienda el ranchito está llena de fotos de Grandes Maestros
del Toreo Españoles, de recuerdos, de nostalgia, en ella se decidían los toreros que irían en los
carteles de la feria de Quito. Los que hemos tenido la suerte de disfrutar de
este rincón con Mayúscula Taurino, más el cariño de la familia Cerezo Hernández, los recordaremos
por siempre en el corazón.
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