Buen momento….
Diario de Ávila: por Pilar Álvarez A.
Fechas
propicias para tomarme la libertad de hablar de Lealtad, precisamente cuando la Navidad está presente, la política
revuelta, y los valores poco en uso. En
fin, qué tiempos aquellos en que por la palabra dada y la Lealtad a los demás y a uno mismo se practicaba la virtud más preciada que puede tener un ser
humano “ser leal”. Independientemente
de que algunos consideren que tan sólo se trata de un concepto filosófico, y
otros digan que es un mito, partiendo del supuesto de que en los tiempos en que
vivimos esos valores se han venido extinguiendo, algunos definen la lealtad
como un corresponder, una obligación que se tiene con los demás. En mi caso el compromiso
de Lealtad es libre, lo adquiero porque anteriormente existe una admiración, un
respeto, una ideología…. elijo
libremente tener Lealtad a personas o instituciones, y ello me compromete a
tenerme lealtad conmigo misma sobre
todo. Ser Leal, es uno de los valores
más preciados que puede poseer un ser humano, y que la traición es un acto de
bajeza y cobardía imperdonable, seres sin escrúpulos de conciencia, que
pretenden siempre doblegar al otro con jugadas sucias. Enmanuel Kant, decía que
la obligación de ser Leal no viene determinada por el deseo o por la
conveniencia, sino por la necesidad moral, que debe ser elevada al nivel de
regla universal.
Cuando somos leales logramos llevar la amistad y cualquier otra relación a
su etapa más profunda, sentiremos que el compromiso es más hondo, es el estar
con un amigo en las buenas y en las malas, es el trabajar codo a codo. Hay que
asumirla la Lealtad como un comportamiento para cada paso diario, y hasta para
cada pensamiento, no como un mero concepto que explique el cumplimiento de lo
que exigen las leyes morales. Al final toda nuestra vida social se reduce a
intercambiar satisfacción u oportunidades, ¡hagámonos expertos en proporcionar satisfacción a los demás y, como
recompensa, podremos contar con su lealtad!
En otro orden de cosas, nos vemos abocados continuamente ha elecciones
irresolubles entre lealtades contrapuestas, así como al gran dilema del
oportunismo, del propio interés frente a los compromisos de lealtad
establecidos con otros agentes externos. Sin
embargo la lealtad es un compromiso tácito o explicito de ayuda y apoyo
que se establece con una ideología, norma moral o ética, persona o grupo. El
político, por ejemplo, “sabe” con
qué lealtades cuenta antes de lanzarse a una arriesgada maniobra política. Sin
embargo, también la lealtad posee un lado oscuro. En cualquier caso, parece
obvio que la lealtad resulta positiva para los intereses del grupo o de los
individuos que la emplean. Entonces, ¿por
qué existe la traición, el oportunismo, el egoísmo el mal comportamiento? Me resulta incomodo pensar que el valor
de nuestra lealtad sólo será un coeficiente multiplicador sobre el valor
intrínseco que nuestra persona tiene para ellos. ¿Si no valemos nada o muy poco para una persona, no tendremos su
lealtad? Hay que poner en valor el ser como persona, sin miedo a perder la
relación establecida. Pero como decía en el encabezamiento de esta humilde
expresión escrita, estamos en Navidad y también la falta de lealtad a los
valores familiares estará presente en muchas familias donde la desidia dejara
paso a perder la oportunidad de dar, y recibir Amor. Es tiempo de perdón, de reflexión, de ser leal a los nuestros
por encima de las diferencias, las cuales deben ser tratadas con el máximo
respeto, y discernirlas para encontrar en lo diferente la riqueza del
conocimiento, en este caso, del otro. Esta reflexión me lleva a pensar que si
no somos leales a nuestra propia familia, no será posible ser leales como
personas independientes en una sociedad por el bien común.
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