jueves, 16 de marzo de 2017


 Buen momento….
Diario de Ávila: por Pilar Álvarez A.
 
Fechas propicias para tomarme la libertad de hablar de Lealtad, precisamente cuando la Navidad está presente, la política revuelta, y los valores poco en uso.  En fin, qué tiempos aquellos en que por la palabra dada y la Lealtad  a los demás y a uno mismo se practicaba  la virtud más preciada que puede tener un ser humano “ser leal”. Independientemente de que algunos consideren que tan sólo se trata de un concepto filosófico, y otros digan que es un mito, partiendo del supuesto de que en los tiempos en que vivimos esos valores se han venido extinguiendo, algunos definen la lealtad como un corresponder, una obligación que se tiene con los demás. En mi caso el compromiso de Lealtad es libre, lo adquiero porque anteriormente existe una admiración, un respeto, una ideología….  elijo libremente tener Lealtad a personas o instituciones, y ello me compromete a tenerme  lealtad conmigo misma sobre todo.  Ser Leal, es uno de los valores más preciados que puede poseer un ser humano, y que la traición es un acto de bajeza y cobardía imperdonable, seres sin escrúpulos de conciencia, que pretenden siempre doblegar al otro con jugadas sucias. Enmanuel Kant, decía que la obligación de ser Leal no viene determinada por el deseo o por la conveniencia, sino por la necesidad moral, que debe ser elevada al nivel de regla universal.
Cuando somos leales logramos llevar la amistad y cualquier otra relación a su etapa más profunda, sentiremos que el compromiso es más hondo, es el estar con un amigo en las buenas y en las malas, es el trabajar codo a codo. Hay que asumirla la Lealtad como un comportamiento para cada paso diario, y hasta para cada pensamiento, no como un mero concepto que explique el cumplimiento de lo que exigen las leyes morales. Al final toda nuestra vida social se reduce a intercambiar satisfacción u oportunidades, ¡hagámonos expertos en proporcionar satisfacción a los demás y, como recompensa, podremos contar con su lealtad!
En otro orden de cosas, nos vemos abocados continuamente ha elecciones irresolubles entre lealtades contrapuestas, así como al gran dilema del oportunismo, del propio interés frente a los compromisos de lealtad establecidos con otros agentes externos.  Sin embargo la lealtad es un compromiso tácito o explicito de ayuda y apoyo que se establece con una ideología, norma moral o ética, persona o grupo. El político, por ejemplo, “sabe” con qué lealtades cuenta antes de lanzarse a una arriesgada maniobra política. Sin embargo, también la lealtad posee un lado oscuro. En cualquier caso, parece obvio que la lealtad resulta positiva para los intereses del grupo o de los individuos que la emplean. Entonces, ¿por qué existe la traición, el oportunismo, el egoísmo el mal comportamiento? Me resulta incomodo pensar que el valor de nuestra lealtad sólo será un coeficiente multiplicador sobre el valor intrínseco que nuestra persona tiene para ellos. ¿Si no valemos nada o muy poco para una persona, no tendremos su lealtad? Hay que poner en valor el ser como persona, sin miedo a perder la relación establecida. Pero como decía en el encabezamiento de esta humilde expresión escrita, estamos en Navidad y también la falta de lealtad a los valores familiares estará presente en muchas familias donde la desidia dejara paso a perder la oportunidad de dar, y recibir Amor. Es tiempo de perdón, de reflexión, de ser leal a los nuestros por encima de las diferencias, las cuales deben ser tratadas con el máximo respeto, y discernirlas para encontrar en lo diferente la riqueza del conocimiento, en este caso, del otro. Esta reflexión me lleva a pensar que si no somos leales a nuestra propia familia, no será posible ser leales como personas independientes en una sociedad por el bien común.

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