domingo, 18 de septiembre de 2016


Lo social

Diario de Ávila
 
Por: Pilar Álvarez
Transformación personal, el Pueblo.
Las raíces y la historia de nuestra tierra, el origen de nuestros antepasados, llega un momento en nuestra vida, que la inquietud de saber de dónde venimos, nos hace de ello una necesidad primordial para volver a sentirnos identificados con nosotros mismos. Al mismo tiempo, dejaremos a nuestros hijos y nietos, historia, costumbres y hechos, que marcaron una etapa de nuestra vida, los mismos que se reflejan en nuestra personalidad e incluso en nuestro carácter ect...Volver a recorrer en este caso los montes y valles que me vieron nacer, crecer, así, como los rincones impregnados de historia, hizo brillar mi  esencia, y afirmaron mi identidad. Recordé con añoranza, otra etapa de mi vida. Pero el corazón se lleno de alegría especial, al comprobar que era, “igual con el todo”, y “con todos”, como que todo se identificaba con mí Ser. Los prados verdes fértiles y frondosos, el paisaje, los olores y sabores, también los identificaba,  sentí todo, como parte de mi misma, y me pregunte, ¿he descubierto la magia de volver al Pueblo? El Pueblo el mejor lugar para, “sembrar nuestros sueños y crear nuevas realidades”. Un momento de fertilidad plena para el cambio, cuando hablo de volver al Pueblo también me refiero a un viaje simbólico hacia el interior de una expedición en pos del desarrollo personal, visitar lugares que nos inundan de “Paz y Calma”, ocasión de reconciliarse con el pasado, ese que nos sirvió de trampolín, y nos puso en el camino, cuando emprendimos aquel viaje que también podría ser el de Ítaca Kavafis- “pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias” así fue. Volví al Pueblo y  recordé la persona que un día fui, la persona que un día quise ser, y la persona en la que me he convertido.
Evalué si estoy en la dirección correcta o, por el contrario, necesitaba  hacer un cambio de rumbo,  la Naturaleza presente fue y es otra de las vía de carga de la Fuerza Interior, cada día el amanecer era distinto, me di cuenta de la magia que tiene la propia Naturaleza, su sabiduría, la misma que lleva tiempo descubrir, sus dominios, ese  aire puro regenero mi ánimo constantemente mi estadía en el Pueblo.
Intente buscar un momento para analizar cómo había sido mi vida, qué cosas  me  habían  hecho feliz, y qué cosas estaría a tiempo de cambiar. No bastaría solo con pensarlas  para que las cosas se realicen, también hay que escribirlas, materializar los pensamientos, hace que se conviertan en realidad. Todo lo que no se escribe se olvida, todo lo que no se planifica no se hace. El Pueblo es ideal para reflexionar sobre la vida, dejar florecer ideas, y aumentar nuestra fuerza de voluntad, cuando estamos alejados de lo cotidiano, volver a la esencia nos permite repensar nuestros pasos y forjar nuevos destinos. Me di cuenta que había desarrollado la capacidad del dialogo, me sorprendí  de  lo que se puede  conseguir simplemente con tomar la iniciativa de hablar, la información que recopile estaba llena de amor, de ese amor sincero como es el de la familia,  que preservaron para este encuentro de convivencia en el Pueblo,  la madurez trajo sinceridad entendimiento y tolerancia fue maravilloso descubrir la generosidad. Al Pueblo hay que ir con una mirada diferente, con la mirada pura del niño que fuiste y recuperar la capacidad de sorprenderte de nuevo, redescubrir la pasión que un día sentiste, recobrar el significado de las cosas que perfilaron tu personalidad, tener un recuerdo amplio y coherente de quién eres aumentará tu consciencia y tu capacidad de vivir con sentido. Llegará un día que nuestros recuerdos serán nuestra riqueza.

 

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