viernes, 4 de noviembre de 2016


Diario de Ávila
por: Pilar Álvarez A.
Lo social
Nunca más a mi lado
Hay pecados capitales en la sociedad que se merecen no ser olvidados, y mucho menos dejar de proteger, y analizar, con el fin de evitar riesgos y sufrimientos. Él racismo, las guerras, la protección a los niños, la de nuestros mayores ect… pero hoy me voy a referir, a lo tan traído y llevado, y en muchos casos explotado por colectivos sociales,la “violencia de género”, frase que se aplica, casi en un cien, por cien, a la violencia que recibe la mujer, aclaro de ante mano, no ser feminista, si por ello se entiende, defender mi condición de género, por ser mujer!!.Personalmente creo que la violencia de género no debe estar enfocada solo a la mujer, si no ha todo ser humano que la sufre.

La
ONU (1993) define la violencia contra las mujeres como “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado, un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como privada”.
Teniendo en cuenta que habitualmente la violencia física llega tras un proceso de violencia psicológica y/o verbal, cuyo objetivo es anular, para poder manipularla mejor a la mujer, y con ello generar varios miedos en ella. Sin embargo  el propio mundo fabrica enemigos, y lo hace a través del miedo. "La democracia tiene miedo a recordar, las armas tienen miedo a la falta de guerra, y los hombres tienen miedo a la mujer sin miedo", Hay quien proclama tan campante ‘la maté porque era mía’, así no más, como si fuera cosa de sentido común y justo de toda justicia y derecho de propiedad privada, que hace al hombre dueño de la mujer. Pero ninguno, ninguno, ni el más macho de los supermachos tiene la valentía de confesar ‘la maté por miedo’, porque al fin y al cabo, el miedo de la mujer a la violencia del hombre, es el espejo del miedo del hombre a la mujer sin miedo”.
En su libro “La cultura del terror“Eduardo Germán María Hughes Galeano, nos dice, la extorsión, el insulto, la amenaza, el coscorrón, la bofetada, la paliza, el azote, el cuarto oscuro, la ducha helada, el ayuno obligatorio, la comida obligatoria, la prohibición de salir, ect… implantando en una  tradición familiar perpetúa del terror, humilla a la mujer, y enseña a los hijos a mentir, y contagia la peste del miedo. La Revolución Francesa supone un cambio en la historia de la mujer. Hasta la fecha, la mujer era un simple objeto dependiente de las ideas de su familia o de su marido. Sin embargo ha, medida que la Revolución fue avanzando, la mujer no experimentó cambios importantes en su forma de vida tradicional y no logró liberarse de la dependencia de los hombres.
Una mujer relevante fue Olimpia de Gouges (1748-1793). Autora teatral y activista revolucionaria, fue la protagonista de la protesta femenina. En 1791 publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, en ella denunciaba que la revolución hubiera olvidado a las mujeres en su proyecto igualitario y liberador, además de afirmar que la "mujer nace libre y debe permanecer igual al hombre en derechos" y que "la Ley debe ser la expresión de la voluntad general. Sin embargo, el planteamiento feminista no era compartido por los dirigentes de la revolución. Olimpia no quería que ejecutaran a Luís XVI; días después de la ejecución de este, fue perseguía junto a su familia por los jacobinos durante la época del Terror. Murió en 1793 guillotinada. Subió al cadalso con valor y dignidad convirtiéndose en una de las primeras mártires de la causa y los movimientos feministas.
 "La solidaridad es igualdad, la caridad es un riesgo".
 

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