sábado, 7 de mayo de 2016


Lo social

Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez
¿Por qué no ella?
 
Nacida el 4 de junio de 1879 Navalsaúz, hija natural de Celestino Sánchez y Juana del Pozo, Francisca Sánchez del Pozo tuvo una infancia dura, en la que tuvo que ayudar a sus padres, y su amplia lista de hermanos para salir adelante. Ni que decir tiene que no tuvo acceso a una mínima preparación en la formación educativa, tampoco era habitual por aquel entonces en las familias de clase humilde poder costear la educación de sus hijos, más bien el reto, era la mantención, por lo que llegó a su juventud sin saber leer ni escribir. Pero si a pensar y sentir, algo que la llevo al camino correcto, con los valores más elevados para ser fiel compañera del poeta Nicaragüense Rubén Darío llamado “Príncipe de las letras Castellanas”. La mañana que se conocieron en 1899 sellaron para siempre la primera mirada, ese que señala al corazón la intuición de crear el verdadero amor entre dos personas que solo la muerte rompería.

El poeta viajo a Navalsáuz, hasta la ciudad de Ávila en tren, y luego recorrería los más de 60 kilómetros que separan la capital abulense de Navalsáuz a lomos de un burro, así relata el propio autor su periplo en busca de su amada, para pedir la mano a sus padres, a quien les explica su estado civil, ya que era casado, en esa misma visita, prometa ha Celestino Sánchez poner todos los medios para arreglar su situación, y poder casarse con su hija, expresando con firmeza, que él  la  amaba  por encima de todo.
 
Precisamente hoy deseo escribir sobre Francisca Sánchez, y me pregunto por qué no tenerla presente como una de las mujeres de nuestra historia, “porque ella no” ella precisamente, la mujer que tenia una de las virtudes más difíciles de practicar, ¡la humildad!, como también la practica en la tolerancia, pero sobre todo la generosidad de amar al otro, poniendo en ello su propio legado, ese que se trasformaría a través de Rubén Darío en poesía.  Fue elegida para ser la fiel compañera, por lo tanto hemos recibido un legado  que debería de llamarse “bienes gananciales” ella que durante dieciséis años no solo inspiro su creación, sino que supero con tolerancia sus largas ausencias, debido a sus cargos diplomáticos, como también la pérdida de los cuatro hijos nacidos del amor que se tenían.
La Revista Cultural  El  cobaya, que dirige con éxito José María Muñoz Quirós en su última edición, está dedicada precisamente ha Rubén Darío, cien años después de  su muerte, en ella encontramos también la fuerte presencia de Francisca Sánchez en un bello testo con sentimiento profundo, de amor y dolor, escrito por nuestra Concejala de Cultura Sonsoles Sánchez Reyes, el mismo que me impacto para reflexionar sobre lo dicho anteriormente sobre esta gran mujer. Fuiste mío, Tatay. Jamás pude retenerte, pero me perteneciste. Fui tu inspiración, baile ante ti desnuda una  danza de musas hambrientas, y pague el precio de aquellos tiempos. Fui tu amante, tu sueño, tu retoño, tu madre, tu esposa, tu reina. Fui tu esclava, tu olvido, tu remordimiento, no fui nada fuera de ti. Sólo yo fuimos tú. Sólo tú fuimos yo. Sin repara en que eras mío, nos robaron nuestro tiempo Tatay. Pasé mi vida despidiéndome de ti pero no pude verte claudicar ante la muerte en el postrero adiós. No pude beberme el océano condenado a distanciar nuestros últimos destinos. No pude gritar al cielo que gimiera conmigo un dolor más grande que el que cabe en un solo corazón humano.
El poeta Amado Nervo bautizaría a Francisca Sánchez como "La princesa Paca” título más que merecido.

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