Lo social
Columna de Opinión
Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez.
¿Hablamos de tolerancia?
Columna de Opinión
Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez.
¿Hablamos de tolerancia?
Las
profecías sobre la tolerancia son muy antiguas, y parece ser, que pocas se cumplen, como si formaran parte de ese
sueño al que llamamos “utópico” una idea de sociedad perfecta, donde
reinara la armonía y la convivencia, cuyos aspectos políticos, económicos y sociales, estuvieran equilibrados,
permitiendo con ello, que toda la comunidad pudiera disfrutar de una vida
apacible, gracias a formar parte de un sistema libre e igualitario, donde sobre
todo el ideal en tolerancia fuera unánime.
Naciones
Unidas proclamo 1995. Año Internacional de la Tolerancia, nunca más “campos de concentración” nunca más “genocidios”,
sin embargo no se está logrando esta proclamación, pues estamos viendo en
nuestro presente, ha niños, mujeres y ancianos, vejados, torturados violados y
desaparecidos. Pero nuestro mundo sueña con la “tolerancia”, quizás porque se trata de una conquista importante que
brilla por su ausencia. Todos los grades sabios, así como los poetas, los cantautores….
han cantado sus excelencias, señalando que se trata de una virtud necesaria,
difícil de poner en práctica, muy difícil de explicar, pero a la vez bastante
escurridiza.
Pero hasta donde y hasta cuando,
la tolerancia, “debe permitir el
mal” pudiendo reprimirlo, hacer la vista gorda es un giro insuperable,
porque expresa algo tan complejo como disimular sin disimular, darse o no darse
por enterado. Esa es precisamente la primera acepción de tolerancia
prerrogativa del que tiene la sartén por el mango, que libremente modera el
ejercicio del poder.
Los
clásicos llamaron clemencia a la tolerancia política, Seneca escribió el
tratado -De clementia- ya que Nerón empezaba a no poder disimular su
intolerancia. Sin embargo, el Estado debe gobernar con una justicia atemperada
por la clemencia, decidir cuándo y cómo permitir el mal sin aprobarlo, es un
arte difícil, que exige conocer a fondo la situación, valorando lo que se pone
en juego, sopesar los pros y los contar, así como anticipar las consecuencias.
El ejercicio de la tolerancia se ha considerado siempre muy difícil de
prudencia en el arte de gobernar. Pero es necesario separar ciertos poderes.
El
Magistrado no debe tolerar ningún dogma adverso y contrario a las buenas
costumbres necesarias para conservar una sociedad civil. Pero la realidad en la
que vivimos es otra, y es muy difícil con tanta lectura de la interpretación de
los Magistrados confiar en la ley, pero nos queda el consuelo de confiar en el
trazado de la frontera, entre lo tolerable y lo no intolerable, aceptando con ello
la interpretación del juez. En todo lo
que la ley permite hay que ser tolerante. Sin ejercer la tolerancia pasiva,
aquella que dice, “vive y deja vivir “como
también la práctica de la indiferencia.
Hay que ejercer lo contrario, practicar la tolerancia activa, que es la que
viene a significar solidaridad, pues obrar unos contra otros va en contra de la
naturaleza humana. Pero es muy complejo pedirle a un ciudadano que sea tolerante si está desesperado por
conseguir empleo, o está desesperado por el hambre. Es necesario que
desde el ámbito público y privado se trabaje. El Estado debe plantearse como
objetivo que la tolerancia, más que un discurso Institucional, sea algo que se
pueda llevar a la práctica. “No
puede convertirse en un mero recetario de las políticas públicas”. Las personas en este siglo XXI tienden a aislarse, bajo esta
realidad, ¿perderemos el sentido de
tener que hablar de la tolerancia?, si el ambiente es de indiferencia por
el otro. Sin embrago el sentido, entronizaba al concepto de que la tolerancia es clave para el funcionamiento del
tejido social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario