domingo, 15 de febrero de 2015

Lo social

Columna de Opinión
Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez.
 
Institución natural.
 
Hay dos tipos de relaciones sociales que superan a todas las demás por orden natural, la sociedad conyugal, y la sociedad civil. Antes que ciudadano el hombre es miembro de una familia, y es sin duda, la tradición más antigua de la humanidad. Es además, el único estado voluntario, que crea y ama a sus ciudadanos, capaces de sobrevivir a casi todos los avatares a los que les enfrenta la vida.
Muchas de las familias españolas en  estos momentos soportan el desempleo, las frustraciones tanto sociales, como personales de varios de sus miembros, aportando con amor, y con su pequeña, o acomodada economía, las necesidades primarias para todos. Comparten a la vez vivienda, y está muy generalizado que los abuelos cuiden de sus nietos.
Y aunque hoy se cuestione la familia, esta siempre ha sido progresista, y pone la esperanza, en una de las tareas más nobles, como es el cuidado y la educación de sus hijos, esto parece como natural y estable. Sin embargo estamos viendo en estos últimos tiempos, que algunos de sus miembros más débiles como son los niños, a duras penas superan la separación de sus padres. El amor en la crianza de los hijos, que es larga, debe estar acompañado de una estabilidad y exclusividad, y solo estas funciones son posibles, con la estabilidad tanto familiar como social.
Naciones Unidas declaro 1994. Año internacional de la Familia. Se pretendía  recordar algo casi evidente, que la familia no es una mera institución biológica destinada a trasmitir  y conservar la vida. Que el sexo es un instinto que produce una institución con múltiples aspectos que no son sexuales. Porque la familia, incluye adoración, fiesta, justicia, solidaridad, educación, libertad, descanso… “Si el sexo es la puerta de la casa familiar, la casa es mucho más grande que la puerta”. Puesto que la familia es la célula de donde nace la sociedad civil, la ruptura ataca a la misma raíz de la convivencia humana, pero ello no impide que, en muchas democracias avanzadas, las grietas abiertas por el individualismo amenacen con el desmoronamiento de la familia.
Cuando se antepone el individualismo, es muy difícil mantener un compromiso, así como una integración familiar.
Como todo lo humano, la familia tiene sus defectos, por ese motivo los análisis sobre las crisis familiares preocupa a muchos países occidentales. La interminable bibliografía sobre las familias desunidas pone de manifiesto, que los hijos presenten unas secuelas uniformes, y casi extraños ante sus propios progenitores, sintiendo a la vez una profunda inseguridad, como personalidades inacabadas, dolientes, con sed de seguridad y hambre de cariño. La sociedad es consciente de esta realidad, como también consciente de que la  familia es la más necesaria para la creación humana, la más delicada mezcla de necesidad y libertad.
Se apoya en la reproducción biológica, pero su finalidad es la formación de personas civilizadas, capaz de trasmitir con eficacia valores fundamentales que dan sentido a la vida. Quizás estemos cansados de esta palabra “familia” que debería de llevar todas esas virtudes que he expuesto, y ponerlas en práctica. Pero para eso se requiere, como hemos dicho al principio, de un compromiso serio, de mucha solidaridad, y tolerancia, todo ello acompañado de ese amor especial que se tiene por lo deseado y creado. ¿Es posible que nos desembarazamos de ella como de la conciencia, gustosamente? Sin hacer previamente un análisis de su necesidad, o la necesidad de las dos cosas. Familia y conciencia.

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