lunes, 22 de diciembre de 2014

 
Lo social

Columna de Opinión
Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez
 
 
El arte del equilibrio.

 ¿A quien le debemos la primera muestra de educación?

¿A la madre? ¿Al padre?, claro está. A los abuelos, tal vez ¿Al marido? Quizá a los hijos.

A nosotros a nosotros mismos, por supuesto. Cuanto mayor sea el respeto por la propia persona, más se respetara a los demás. Y llego a creer que no se tiene respeto por los demás, si en primer lugar no existe el respeto hacia uno mismo, sobre todo a lo que decimos y a lo que hacemos, en el uso del libre albedrío. Sin embargo, deberíamos de comprometernos en construir de nosotros mismos la más positiva de las imágenes posibles, pues esta exigencia puede cambiar nuestra vida, y considerar que somos dignos de lo mejor.

Desde el alba de los tiempos, la palabra bien atinada ha gozado de considerable prestigio, antiguamente en las aldeas se esperaba ansiosamente la llegada de los narradores, aquellos que poseían el arte de la oratoria y el arte de narrar, su poder era grande. El que maneja bien el lenguaje puede manejar a su auditorio, y la elocuencia de un abogado puede salvar la cabeza de un culpable. Ni siquiera es preciso poner de relieve la superioridad que se adquiere al expresarse con talento.

Pero hay que poner de manifiesto que es esencial hacerse entender, decir la verdad, y dejar de lado las manipulaciones, la mentira en la que nos  envuelven, así como también  dejar de usar la demagogia, palabra esta tan común en la clase “política” del momento. Todo esto y mucho más, tiene desencantado y aburrido a un auditorio del siglo XXI. El descrédito político del momento, de este momento histórico de nuestra querida España es palpable, y nuestra sociedad está ansiosa de ver y oír, algo de “verdad” de  autenticidad”, en el discurso, un compromiso en la palabra, y mucho más en la acción. Pero nuestra mirada se pierde en el horizonte, ¡ha donde mirar! Algo se está escapando sin reflexionar en este momento. El poder que podría terne nuestro “yo” y el “respeto” hacia nosotros mismos, como hemos dicho al principio, para poder adquirir el mismo hacia los demás, con lo cual se generaría esa semilla de confianza y grado de conocimiento, con afinidades conjuntas éticas, y sostener con un esfuerzo inteligente el servicio del equilibrio personal y social.

Al mencionar la ética es importante resaltar su grado de necesidad,

”por qué”. Porque  somos inteligentes, no nos gobierna el instinto, porque somos libres y estamos obligados a escoger. Porque carecemos de piloto automático, y porque el − yo − hace honor a su condición de sujeto sujetando sus actos, llevando las riendas de su conducta conduciéndose. Platón afirma que no podríamos conocer qué conducta nos hace buenos si desconocemos lo que somos.

Es que el Poder y la Libertad una mezcla inestable y a veces explosiva, no debe parecerse a la ley de la selva, ella solo es buena para ese espacio. Nosotros necesitamos vivir en sociedades donde nos podamos sentir seguros y felices, reconociendo que las cosas no son tan sencillas, muchas acciones y conductas profundamente buenas no están libres de dolores ni de sorpresas y desasosiegos. Pero hay que cuidar del mal para que no nos esclavice. Por supuesto que la ética es el arte de construir nuestra propia vida, pero no vivimos aislados sino en convivencia con nuestras acciones, las mismas que construyen la sociedad. Por tanto en este mundo globalizado donde las finanzas son nuestros “gobernantes se vuelve más necesaria que nunca, así como también una conciencia que se haga presente, pero de esta última hablaremos en otro momento.  


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