lunes, 24 de noviembre de 2014

Lo social
Columna de Opinión
Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez

 
 La envidia, no es solo del español.

La envidia es considerada por el Cristianismo como un pecado capital. El término "capital" no se refiere a la magnitud del pecado, sino a que da origen a muchos otros pecados, y rompe con el amor al prójimo que proclama Jesús. La envidia es definida como un sentimiento experimentado por aquel que desea intensamente algo que otro posee, dañando la capacidad de gozar, y con ello, el factor más importante del socavamiento de los sentimientos de amor, ternura o gratitud. A diferencia de los celos, que se basan en el amor, y comprenden un vínculo de por lo menos tres personas, la envidia se da, de a dos, y no tiene ninguna relación con el amor. Es una sensación desagradable que ocasiona conductas desagradables para los demás, tradicionalmente ha sido considerada uno de los siete pecados capitales.
Ha sido frecuentemente tema literario, y ha inspirado mitos como el de Caín y Abel que aparece en el Génesis de la Biblia. Este mito, en realidad, ejemplifica la rivalidad y conflictos, los mismos que se han desarrollado a lo largo de la historia. El escritor de la generación del 98, Miguel de Unamuno afirmaba que era el rasgo de carácter más propio de los españoles así también lo afirmaba el argentino Jorge Luis Borges que "el tema de la envidia es muy e
spañol”. Los españoles siempre están pensando en la envidia. Para decir que algo es bueno dicen, "es envidiable"". Y la verdad es que no es sólo un mal español, es un tema tan antiguo como el hombre, Epícteto de Frigia, filósofo latino, decía hace ya muchos cientos de años, que "la envidia es el adversario de los afortunados".
Es sin duda, uno de los problemas emocionales más frecuentes, la envidia, suele definirse como la tristeza por el bien ajeno; un sentimiento desagradable que se produce al percibir en el otro, algo que se desea y que dificulta el desarrollo del que lo sufre y sus relaciones con los demás. Se mezclan emociones de naturaleza contradictoria, como por ejemplo, el deseo de tener lo que otro tiene, la admiración por lo que otro ha conseguido, el dolor por no tenerlo, la indignación por considerar injusta la diferencia que se observa, o la incertidumbre por no entender, ha qué se deben las diferencias, la envidia se produce como consecuencia de dos tendencias que llevan al individuo a desear lo que no tiene, y ha compararse con los demás.
El envidioso es incapaz de ponerse en el lugar del envidiado, para poder comprender su situación, o de sentir empatía hacia él. ¿Qué significa sentir empatía hacia alguien? Significa sentir lo que siente el otro. Y es la base de la comprensión y de la solidaridad. Entre los valores más envidiados suelen encontrarse el prestigio, el reconocimiento, el estatus ocupacional, el dinero, el poder o los símbolos y las posesiones materiales. Para que en lugar de producirse envidia surja admiración, es necesario que las cualidades que se observan en el otro, no representen una amenaza para la propia valoración. Tenemos tendencia a valorar en los demás, aquello que a nosotros nos falta, pero casi nunca nos ponemos a pensar en todo lo que tenemos. No se trata de ser conformistas y abandonar cualquier planteamiento ambicioso, un grado de ambición siempre es aconsejable para superarse a sí mismo, sino de ser consecuentes y elaborar una valoración global sobre lo que somos y lo que aspiramos a ser. Y todo ello no se debe hacer sobre la base de comparaciones con los/as demás, sino partiendo de nuestras propias percepciones, sentimientos y perspectivas de futuro, establezcamos metas en función de nuestras posibilidades, no de lo que otros han conseguido.

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