lunes, 24 de noviembre de 2014


Lo social
Columna de Opinión
Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez 

Un clima nuevo
Ya no se trata de persecuciones, ya no se trata de descréditos, incomprensiones o calumnias. Lo que está cambiando a una velocidad tan pasmosa y de proporciones tan gigantescas que cuesta trabajo verla y comprenderla, es la sociedad en que vivimos.
Hay un poder superior, que nada tiene que ver con la divinidad. Un poder que comenzó a diseñarse hace alrededor de setenta años y que solo ahora, cuando el equilibrio mundial organizado sobre dos polos ha desaparecido, muestra su verdadera magnitud. Un poder que le podríamos llamar una gigantesca sombra que hace inútiles, innecesarios, los poderes que había anteriormente. Un poder mundial que no tiene nombre, que muchos de nosotros ciudadanos de pie no estamos a la altura de poder identificar más que con palabras vagas o imprecisas que además hemos aprendido a usar muy recientemente….mercados deuda soberana, globalización,….pero que es, un poder infinitamente mayor que el de cualquier imperio, cesar, ejercito o religión que hayan existido antes en toda la historia de nuestra especie. Un poder sin rostro, o de rostro facetado, y que esta hoy día muy por encima de las decisiones, de la voluntad, de la libertad de los seres humanos, ese poder sin nombre ni forma humana alguna, que reside en cien sitios a la vez, y que funciona con voluntad propia, una voluntad desalmada que ni siquiera llegaron a soñar quienes lo crearon hace ahora siete décadas, ese poder que ha hecho inútiles las leyes y las constituciones que los hombres se deben tener libremente a sí mismos, puesto que, como hemos experimentado y sabemos bien, basta una indicación a media voz, una elegante amenaza, o una siniestra variación de dos o tres puntos en determinados índices macroeconómicos para que los Parlamentos de las naciones, libremente elegidos por los ciudadanos, agachen la cabeza, traicionando a sus representados, y cambien esas leyes y constituciones hasta que ese poder sin forma, pero absoluto, vuelva a concederles el privilegio de su son risa. Ese poder que está dejando obsoleto el concepto libertad, y se lo apropia y lo enarbola como una bandera. Ese poder es el sometimiento de los seres humanos, a la ley del más fuerte, al enriquecimiento de unos pocos, mediante el empobrecimiento, el embrutecimiento, la ignorancia y, por ultimo la temerosa resignación de todos los demás, siendo el mismo que fomenta el egoísmo, y la insolidaridad, para poder usar después, como arma eficacísima, el miedo a perder lo poco que aun se tiene.
Este poder que no reconoce fronteras porque ya no las necesita, puesto que enarbola el moderno concepto de globalización….de la pobreza, que es lo único que de verdad se ha globalizado. Ante el no parece haber resistencia posible, ni personal, ni colectiva, que apenas disimula su afán de ave rapiña con teorías macroeconómicas que, solo funcionan sobre el papel, que está devolviendo al mundo, a la civilización, a los seres humanos, a un sistema que tiene una sola ley...la de la selva, que a ella solo los más fuertes sobrevivirán, y el resto servirá de alimento a otros, o de fuerza de trabajo en condiciones infrahumanas. Eso es todo. Eso es lo que funciona ya, bajo el sacrosanto limpio nombre de libertad, en más de las dos terceras partes de la superficie del planeta. Eso es lo que está empezando a llegar…o ha llegado ya, a las aceras de nuestras calles, a nuestros centros de enseñanza, a nuestros hospitales y a nuestras familias. A llegado el momento, del compromiso con nuestra sociedad, y abrir un horizonte intelectual, moral, ético… pero esto tan necesario y tan urgente no tiene nada que ver con la realidad en la que está el mundo y mucho menos el poder macroeconómico globalizado.      

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