sábado, 28 de diciembre de 2013

Fechas propicias

Columna de Opinión.
Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez
Un buen momento para reflexionar por las fechas presentes donde los cotillones, las barras libres, fiestas privadas, concentración de botellón, están ya presentes dentro de las fiestas navideñas. Las ilusiones de “desmadrarse” están ya en el ambiente de nuestros adolescentes, de nuestros jóvenes, e incluso no tan jóvenes. Pero en  este caso, me quiero referir a los más vulnerables, los adolescentes, donde el hábito les puede llevar a una dependencia que ni siquiera han reflexionado, y mucho menos asimilar los riesgos presentes y futuros que puedan adquirir. El consumo de alcohol entre los adolescentes es una realidad social y de salud pública en nuestro país. Un problema añadido es que el  consumo frecuente de alcohol, tiene efectos en el cerebro, sobre todo en el caso de los adolescentes.

La edad del inicio en el consumo es de trece años, siendo el ocio el ámbito principal de consumo. Los factores que predisponen a este comportamiento son principalmente la desinformación, la vinculación grupal, el efecto de contagio entre iguales, la búsqueda de sensaciones, la curiosidad y la desinhibición. El alcohol es un potente desinhibidor  y muchos adolescentes combaten con él sus problemas de timidez o de relación con los demás. En muchas ocasiones la sociedad en la que viven estos adolescentes alienta directa e indirectamente, el consumo de alcohol mostrándolo como una prueba del “éxito social”. Los adolescentes imitarían esa conducta en busca también de ese éxito social.  Lo cierto es que  frecuentemente  vemos  a altas horas de la noche como se mueren por las esquinas, como llegan algunos a las urgencias en estados etílicos sin control de sí mismos, sin olvidar los que tienen peor suerte, y  pierden su vida en la carretera, pues  una gran parte de los accidentes de tráfico, entre adolescentes están relacionados con el consumo de alcohol. Pero también existe un riesgo añadido, como puede ser las secuelas irreversibles en el cerebro. Por otra parte, la euforia y falta de control que provoca el consumo excesivo de alcohol también pueden llevarles a conductas violentas, incluso ante las autoridades al requerir de estos un comportamiento adecuado o solicitarles una identidad personal, y también porque no a tener relaciones sexuales sin la protección adecuada, que pueden derivar en embarazos no deseados, en decisiones terribles y consecuencias físicas, sociales y morales que ello conlleva.

 Las Administraciones han desarrollado en los últimos años medidas y mecanismos de prevención e intervención contra el consumo de alcohol entre adolescentes, implicando a profesionales de la salud, centros educativos, coordinando con los padres de familia, así como a los medios de comunicación que han centrado en el consumo de alcohol ciertas campañas.

Pero esto no es suficiente, algo está fallando  en nuestra  sociedad para que nuestros adolescentes deseen desinhibirse de su propio presente, de su tiempo de estudio, de vivir acompañados con el amor de sus padres, es posible que se sientan presionados por muchos factores, y les cueste adaptarse. Esa presión podría hacer difícil resistirse al alcohol, por eso tanto el profesorado, como en el ámbito familiar, discurso modelo y comportamiento, influyen en gran parte en nuestros adolescentes. Ellos viven la transición entre la pubertad y la edad adulta y muchos imitan comportamientos de adultos en la creencia de que eso les hace maduros y el consumo de alcohol se sitúa muchas veces en ese contexto. Hay que hacer el esfuerzo social con el propósito de que adopten otras conductas. En este sentido se hace imprescindible  la información para que  entiendan y asuman los riesgos de determinadas conductas cuando se pierde el control. Sin olvidar que el consumo de alcohol también es ilegal durante la adolescencia.

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