Columna de Opinión.
Las Administraciones han desarrollado en los últimos años medidas y
mecanismos de prevención e intervención contra el consumo de alcohol entre
adolescentes, implicando a profesionales de la salud, centros educativos, coordinando
con los padres de familia, así como a los medios de comunicación que han
centrado en el consumo de alcohol ciertas campañas.
Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez
Un
buen momento para reflexionar por las fechas presentes donde los cotillones,
las barras libres, fiestas privadas, concentración de botellón, están ya
presentes dentro de las fiestas navideñas. Las ilusiones de “desmadrarse” están ya en el ambiente
de nuestros adolescentes, de nuestros jóvenes, e incluso no tan jóvenes. Pero
en este caso, me quiero referir a los
más vulnerables, los adolescentes, donde el hábito les puede llevar a una dependencia
que ni siquiera han reflexionado, y mucho menos asimilar los riesgos presentes
y futuros que puedan adquirir. El consumo de
alcohol entre los adolescentes es una realidad social y de salud pública en
nuestro país. Un problema añadido es que el consumo frecuente de alcohol, tiene efectos en
el cerebro, sobre todo en el caso de los adolescentes.
La edad del inicio
en el consumo es de trece años, siendo el ocio el ámbito principal de consumo. Los
factores que predisponen a este comportamiento son principalmente la
desinformación, la vinculación grupal, el efecto de contagio entre iguales, la
búsqueda de sensaciones, la curiosidad y la desinhibición. El alcohol es un potente desinhibidor y muchos adolescentes combaten con él sus
problemas de timidez o de relación con los demás. En muchas ocasiones la
sociedad en la que viven estos adolescentes alienta directa e indirectamente,
el consumo de alcohol mostrándolo como una prueba del “éxito social”. Los adolescentes imitarían esa conducta en busca
también de ese éxito social. Lo cierto es que frecuentemente vemos a
altas horas de la noche como se mueren por las esquinas, como llegan algunos a
las urgencias en estados etílicos sin control de sí mismos, sin olvidar los que
tienen peor suerte, y pierden su vida en
la carretera, pues una gran parte de los
accidentes de tráfico, entre adolescentes están relacionados con el consumo de
alcohol. Pero también existe un riesgo añadido, como puede ser las secuelas
irreversibles en el cerebro. Por otra parte, la euforia y falta de control que
provoca el consumo excesivo de alcohol también pueden llevarles a conductas
violentas, incluso ante las autoridades al requerir de estos un comportamiento
adecuado o solicitarles una identidad personal, y también porque no a tener
relaciones sexuales sin la protección adecuada, que pueden derivar en embarazos
no deseados, en decisiones terribles y consecuencias físicas, sociales y
morales que ello conlleva.
Pero esto no es suficiente, algo está fallando en nuestra
sociedad para que nuestros adolescentes deseen desinhibirse de su propio presente, de su tiempo de
estudio, de vivir acompañados con el amor de sus padres, es posible que se
sientan presionados por muchos factores,
y les cueste adaptarse. Esa presión podría hacer difícil resistirse al alcohol,
por eso tanto el profesorado, como en el ámbito
familiar, discurso modelo y comportamiento, influyen en gran parte en nuestros
adolescentes. Ellos viven la transición entre la pubertad y la edad adulta y muchos imitan
comportamientos de adultos en la creencia de que eso les hace maduros y el
consumo de alcohol se sitúa muchas veces en ese contexto. Hay que hacer el esfuerzo social con el propósito
de que adopten otras conductas. En este
sentido se hace imprescindible la información
para que entiendan y asuman los riesgos
de determinadas conductas cuando se pierde el control. Sin olvidar que el consumo de alcohol también es ilegal durante la
adolescencia.
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