domingo, 25 de noviembre de 2012

La celda de la vida


La pequeña  mansión se encontraba bajo las alas de la noche, como la vida bajo la envoltura de la muerte. En su interior, una doncella  sentada ante un escritorio, reclina su bella cabeza sobre su suave mano, como una lila marchita sobre sus pétalos. Miraba, alrededor de sí, se sentía   prisionera, porque luchaba  por atravesar los muros del calabozo para contemplar  la vida, y solo quería hacerlo  bajo  el cortejo del Amor y la Libertad.
Las horas pasaban en la penumbra de la noche como una procesión entonando el fúnebre canto de su pena, derramando sus lágrimas en angustiosa soledad, sin   poder  resistir más su sufrimiento, y sintiendose  en plena posesión de los secretos de su corazón, tomó la pluma y mezclando lágrimas y tinta sobre el papel, escribió, porque   en  su corazón se apiñaban los secretos, y  le ardian los ojos por las quemantes lágrimas, y las costillas parecen estallar con el creciente confinamiento del corazón, no se puede hallar otra expresión de ese laberinto, salvo una oleada de liberación como ésta, la de escribir.

Las personas melancólicas gozan lamentándose, pero los amantes hallan alivio y condolencia en sus sueños, yo escribo porque me siento  poeta, que imagina la belleza de las cosas, y compongo  versos inspirados  como presa de un dolor  constante en enseñanza...Soy como la niña que llora por su alimento, haciendo caso omiso, de no poder superar el fracaso del amor en vida. Escucho cada día la dolorosa historia, y lloro conmigo, pues sollozar es como una plegaria que surge de mi Alma, y me da alivio. Ahora he descubierto  que soy, con todo mi amor y mis sueños, una víctima, y también, que las cosas  no valen lo que un momento de verdadero y divino amor.

Soy  persona instruida acerca de los anhelos del corazón de una mujer, ese palpitante corazón que es como un pájaro en el vasto cielo del amor, como una copa vuelta a colmar, con el vino de los tiempos, añejado para almas sedientas... Como un libro en cuyas páginas se leen capítulos de felicidad y desventura, regocijo y dolor, alegría y pesar, nadie puede leer este libro, excepto el verdadero compañero que es la otra mitad de la mujer que soy, y que ha sido creado para mí,  desde el principio.
Sí, me he convertido en sabia en lo que atañe en sentir  el alma, y el palpitar  del corazón, porque he descubierto que mis magníficos corceles y carruajes y relucientes cofres de oro y sublime nobleza, no valen lo que una mirada de ese Amor   que espero pacientemente,   en la estrecha celda de mi  Vida.
 
No hurgare más buscando  consolarme, pues  he descubierto el poder de amor para mí misma, y es mi gran consuelo. Ahora miro hacia adelante esperando el trascurrir de la vida que me llevará encontrarme con la otra mitad de mi alma, continuaré con la bella mitad de mi alma, sin  volver la vista hacia el pasado.

Miraré a la vida como la primavera mira al invierno, superare  los obstáculos de la misma como aquél que ha llegado ha la cima de la montaña después de trepar por la senda más escarpada.  Mi  corazón se negaba ha confiar a la pluma mis sagrados secretos, pero acepté y llore al escribir,  confundida con el éter del  refugio de las Almas de los Amantes.
 
 Haia
















 

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