Las
horas pasaban en la penumbra de la noche como una procesión entonando el
fúnebre canto de su pena, derramando sus
lágrimas en angustiosa soledad, sin poder resistir más su sufrimiento, y
sintiendose en plena posesión de los secretos de su corazón, tomó la pluma y mezclando
lágrimas y tinta sobre el papel, escribió, porque en su corazón se apiñaban los secretos, y le ardian los ojos por las quemantes
lágrimas, y las costillas parecen estallar con el creciente confinamiento del
corazón, no se puede hallar otra expresión de ese laberinto, salvo una oleada de
liberación como ésta, la de escribir.
Las
personas melancólicas gozan lamentándose, pero los amantes hallan alivio y
condolencia en sus sueños, yo escribo porque me siento poeta, que imagina la belleza de las cosas, y
compongo versos inspirados como presa de un dolor constante en enseñanza...Soy
como la niña que llora por su alimento, haciendo caso omiso, de no poder superar
el fracaso del amor en vida. Escucho cada día la dolorosa historia, y lloro
conmigo, pues sollozar es como una plegaria que surge de mi Alma, y me da
alivio. Ahora
he descubierto que soy, con todo mi amor
y mis sueños, una víctima, y también, que
las cosas no valen lo que un momento de
verdadero y divino amor.
Soy persona instruida acerca de los anhelos del corazón de una mujer, ese palpitante corazón que es como un pájaro en el vasto cielo del amor, como una copa vuelta a colmar, con el vino de los tiempos, añejado para almas sedientas... Como un libro en cuyas páginas se leen capítulos de felicidad y desventura, regocijo y dolor, alegría y pesar, nadie puede leer este libro, excepto el verdadero compañero que es la otra mitad de la mujer que soy, y que ha sido creado para mí, desde el principio.
Sí,
me he convertido en sabia en lo que atañe en sentir el alma, y el palpitar del corazón,
porque he descubierto que mis magníficos corceles y carruajes y relucientes
cofres de oro y sublime nobleza, no valen lo que una mirada de ese Amor que
espero pacientemente, en la estrecha celda de mi Vida.
No
hurgare más buscando consolarme, pues he descubierto el poder de amor para mí misma,
y es mi gran consuelo. Ahora miro hacia adelante esperando el trascurrir de la vida
que me llevará encontrarme con la otra mitad de mi alma, continuaré
con la bella mitad de mi alma, sin volver
la vista hacia el pasado.
Miraré
a la vida como la primavera mira al invierno, superare los obstáculos de la misma como aquél que ha
llegado ha la cima de la montaña después de trepar por la senda más escarpada. Mi
corazón se negaba ha confiar a la pluma
mis sagrados secretos, pero acepté y llore al escribir, confundida con el éter del refugio de las Almas de los Amantes.
Haia
Haia
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