domingo, 3 de noviembre de 2013

Queminportismo

Columna de Opinión
Diario de Ávila
Por: Pilar Álvarez  

El desorden social es una realidad, donde la injusticia  es una constatación inapelable. El ejercicio de nuestra conciencia  esta sin realizar, no ha despertado, y la lentitud va dejando huella en nuestra sociedad necesitada de acción.
¿Qué podemos hacer?

Como podemos dentro de nuestros límites como ciudadanos colectivos actuar sin crear violencia; no creemos en la superioridad por nacimiento, pero entendemos las desigualdades que genera el juego social y económico. A pesar de nuestra buena intención, y bajo el propósito de no consentir dichas injusticias, seguimos contemplando  y asintiendo en la sociedad actual con dolor, la desigualdad con la que viven nuestros semejantes. Volviéndonos personas indolentes con un quemeimportismo  irremediable, sin lo más esencial del  ser, la ética, la moral, y el civismo social, generando sin estos valores, un individualismo de los deseos propios opuesto al bien común. Con lo cual   hace del individuo su centro, solo asociado a su interés, y estilo de vida, sin una filosofía ética humanista.
¿Quién es un ciudadano?

Es aquella  persona que no solo tiene derechos civiles, derechos políticos sino también derechos sociales. Y es  injusto, todo lo que sea inhumano, así como todo lo que perjudique a uno, o a muchos, es injusto en toda circunstancia.

Por otra parte tenemos la sociedad más igualitaria que nunca ha existido, pero sigue siendo menos igualitaria que nos gustaría, y sobre todo que nadie eludiera la justicia, pero la capacidad de burlarla sigue marcando diferencias.

El tema de la desigualdad e injusticia social ha sido central en la historia del pensamiento humano, los conceptos y definición de la idea de justicia tienen relación con el devenir histórico, así por ejemplo si pensamos cual pudo haber sido la idea de justicia en el hombre primitivo, tendríamos que asociarlo con una idea de lo que pudiera ser conveniente, útil o peligroso para ese grupo, donde era difícil detenerse a pensar, si una acción determinada era justa o injusta.

Los temas sociales se nos representan como obras de teatro, la vida como escenario, y muchas veces solo vemos entre bambalinas, las propias injusticias, pero de pronto sin previo aviso, una mano nos empuja y nos sorprendemos en el centro del escenario, y estamos obligados intervenir.

El ser humano sin esfuerzo e implicación social, no proyecta su pensamiento filosófico donde la ética debe tener el puesto más relevante, la práctica de reflexionar sobre lo que deberíamos hacer, y, los motivos, y por lo que debemos hacerlo, deben estar ya presente en este siglo XXI. Entre los temas que interesan a la Justicia Social, se encuentran la Igualdad Social, la Igualdad de oportunidades, el Estado de bienestar, la cuestión de la pobreza, la distribución de la renta, los derechos laborales y sindicales, etc. En 2007, las Naciones Unidas proclamaron el 20 de febrero de cada año, como Día Mundial de la Justicia Social.

La Justicia es un ideal de distribución y de equilibrio de difícil realización, en donde debemos implicarnos incorporando las cualidades del ser, en un equilibrio armónico que tiendan a la búsqueda de la felicidad, tanto individual  como  social. Sabemos  que no somos  omnipotentes, no nos  ha sido dado el poder de hacer y deshacer  ha voluntad, por tal motivo debemos  interpretar bien la Justicia  Social con ética.

 

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