María Isidra Quintina de Guzmán
y de la Cerda Madrid, 31 de octubre de 1768 Córdoba, 3 de febrero de 1803,
conocida como la doctora de Alcalá fue la primera mujer que ostentó en España
el título de doctor y la dignidad de académico de la lengua. Su nombre es
habitualmente citado como María de Guzmán, con el que se la recuerda con una
calle en Madrid, o como Isidra de Guzmán, con el que se la recuerda con un
instituto de secundaria en Alcalá de Henares. Con el apelativo de doctora de
Alcalá se la recuerda en un colegio de primaria de esa ciudad.
Hija de dos grandes de España,
Don Diego Ventura de Guzmán y Fernández de Córdoba, marqués de Aguilar de
Campoo, conde de Oñate y marqués de Montealegre y Doña María Isidra de la
Cerda, duquesa de Nájera, condesa de Paredes de Nava, emuló en su amor a las
letras a su abuela, Condesa de Paredes, autora de los seis volúmenes del Año
cristiano impresos en Madrid en 1654 y, educada por un buen preceptor como
Antonio Almarza, alcanzó una instrucción poco común.
Fue nombrada socia
"honoraria" de la Academia Española, donde pronunció un magnífico
discurso, conservado hasta hoy en los archivos de dicha institución. Oración
del género eucarístico que hizo a la Real Academia Española la Exc.ma Señora...
en el día 28 de diciembre del año de 1784 en que fue incorporada por socia de
dicha Real Academia Madrid, Joaquín Ibarra, 1785, así como de la Real Academia
de la Historia. Con autorización del rey Carlos III de España, el 6 de junio de
1785, contando 16 años, recibió en la Universidad de Alcalá, el grado de
doctora y maestra en la Facultad de Artes y Letras humanas, además de ser
investida con los títulos de Catedrática de Filosofía conciliadora y
Examinadora. Igualmente perteneció desde 1794 a la Junta de Damas Nobles de
Honor y Mérito obteniendo la banda de la Orden de damas nobles de María Luisa.
Tiempo después contrajo
matrimonio con Alfonso de Sousa, marqués de Guadalcázar y Grande de España; la
Universidad Complutense hizo una medalla de plata en su honor.
Todo parece indicar, sin
embargo, que, aunque inteligente, no ahondó mucho en sus estudios, que no
pasaron de discretos, pues se ha demostrado que sus traducciones del griego se
hicieron a partir de versiones en francés; en su tiempo había damas de más
sólida cultura, especialmente monjas; sí es cierto que, a instancias de la
Sociedad Económica Matritense, en la que logró entrar en 1786 a pesar de la
oposición machista dominante en esa institución, hizo una versión parcial del
agricultor latino Columela en 1787. De todas formas murió muy joven, a los
treinta y cinco años, y no llegó a dar más fruto, quizá porque le fue difícil
compaginar los libros con una salud que siempre fue endeble y el cuidado de su
amplia familia. Tuvo que pasar un siglo hasta que Martina Castells Ballespí
recibiera en Madrid el grado de doctora en Medicina, en 1882.
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