jueves, 1 de septiembre de 2011

Vivimos insatisfechos

El deseo tiene una dinámica en la que siempre hay un punto de insatisfacción y esta dinámica nos atrapa y hemos permitido que nos desvíen de lo autentico y que la multiplicidad nos seduzca y se apropie de nosotros.

Placeres y posibilidades limitadas corren en su dirección así nuestra vida es una continua expectativa en una continua demanda, nuestra agonía crece incesantemente e incansable.

Personas que comprar por aburrimiento por soledad de ellos mismos por obsesión con el cuerpo para impresionar a los demás y agradarles, viven en un estado de superficialidad sin conocer la esencia de su propio ser.

Del mismo modo estamos empleando el tiempo solo para distraernos y no para construir creativamente. Si sintieras la cercanía de la muerte y estos fueran nuestros últimos días, nos dedicaríamos a algo más esencial y significativo.

¿Qué sociedad hemos construido, teniendo tanto –probablemente más que nunca continuamos tan insatisfechos? ¿Qué es lo que hace que nuestra insatisfacción siga aumentando?
Es una gran pregunta
Vivimos en la cultura de tener, en la que corremos tras los logros, el poder, las posesiones, las personas, los objetos y las modas. Llega un momento que no sabemos a dónde corremos ni cuál es el sentido, ya que seguimos en una insatisfacción permanente.

Nuestros espacios son cada vez más pequeños y abarrotados de cosas. Espacios pequeños no solo a nivel físico sino también a nivel interno, no nos queda espacio para pensar ni sentir desde el ser.

Mientras la mente este abarrotada de pensamientos y deseos, no hay espacio para la inspiración ni para la creatividad. Nos falta el espacio interno que permite un fluir de energía creativa. Solo cuando creamos y vivimos de dentro a fuera llenamos nuestra vida de sentido.

El problema surge cuando los deseos pasajeros nos distraen de nuestro propósito esencial. Luego sentimos culpa por el tiempo perdido y el dinero mal gastado.

Y de este modo se perpetua nuestro mal estar, Zuniga lo define así desesperado el hombre vive su vida a la carrera como un hámster, subido a su rueda. Es tal la velocidad a la que lo hace que apenas tiene tiempo para cobrar aliento.

El hombre no vive. Lo viven. Y todo porque ignora que su verdadero sitio está en el centro. Aquí en el centro, hay paz y tranquilidad.

Los deseos son nuestros motores

La pregunta clave es ¿cuál es el deseo por el que vale la pena luchar y satisfacer?
El deseo esencial está conectado con tres ejes. El primerio es el deseo de conocer y ampliar nuestros horizontes.

Desde pequeños nos mueve la curiosidad por saber y por comprender el mundo que nos rodea. El segundo eje es el impulso de hacernos completos “Tu conciencia proviene de la unidad” dice Chopra. Por eso deseamos la unión, sentirnos el uno con el otro, es un deseo que nos conduce fuera de nosotros.

Amamos y buscamos ser correspondidos.
Nos damos al otro con todos nuestros dones sintiendo así alegría.

El tercero es el impulso actuar para expresar la creatividad. Así nos damos al mundo desde nuestro talento y nuestros dones. Una acción con la que aportamos y construimos un mundo mejor nos llena de sentido.

Cuando nos desviamos de estos tres ejes esenciales nos invade la sensación de carencia. Tenemos carencias afectivas, estamos faltos de conocimiento o nuestras acciones están vacías de sentimientos. El resultado es que sentimos un estado de necesidad.

La necesidad crea un vacio que nos impulsa a relacionarnos para cubrirlo con amor y con poder. Sin darnos cuenta, caemos en la trampa de un amor que no es amor, sino deseo, y de un poder que no es poder, sino codicia.

Cuando el deseo invade el alma esta no lo puede contener, este se convierte en algo destructivo y devastador. Se convierte en una dependencia que pasa a ser adición.
Adición al seso a la bebida, a los malos tratos, a la sumisión, a someter, al dinero…. entonces el deseo nos esclaviza.

Perdemos la soberanía interior. Somos marionetas del deseo. No es de extrañar que vivamos insatisfechos y frustrados.
Para huir de estas sensaciones, nos distraemos. Y así seguimos en la rueda del deseo insaciable.

El primer paso para tener dominio sobre uno mismo es, precisamente desearlo.

El poder mental es capaz de canalizar los pensamientos de manera positiva. Solo cuando uno se da cuenta de lo que subyace a sus deseos puede transformarlos. ¿Qué encumbre el deseo que nos vence? ¿Qué es lo que realmente desea? Buscamos amor, paz, respeto, atención, o bien queremos huir de una situación que nos sobrepasa.
Aunque la mente suele pedir cosas visibles y materiales, sus necesidades son más profundas y ninguna cosa superficial y efímera puede satisfacerlas.

La meditación nos conduce hacia lo autentico. También ayudan las afirmaciones a la visualización. Visualizar consiste en crear imagines positivas en nuestra mente y, de esta forma, reforzar el pensamiento y fortalecerá su voluntad para alcanzar aquello que afirma.

Las afirmaciones son pensamientos determinados. Son promesas que nos hacemos a nosotros mismos. Sirven para romper los hábitos negativos o pensamientos débiles. Por ejemplo. “Hoy haré que el pasado sea pasado y miraré al futuro con una nueva visión.” El pasado tiene buenas y malas experiencias. Sin embargo tendemos a evocar lo negativo.

El efecto de esto es que nuestra actitud hacia el futuro se contamine. Un método efectivo para soltar el pasado es ver el beneficio que hubo. Cuando se reconoce un beneficio en lo que sucedió, es más fácil terminar con el resentimiento.

Primero averigüe su deseo esencial y lo que es bueno para usted. Alinee sus deseos con lo que realmente quiere. Así no se dejara llevar por otros deseos que supongan una huida ni una distracción. Finalmente céntrese en este compromiso. Con ello se fortalece se siente seguro, y su caminar por el mundo es más digno.
Análisis recogido por Miriam Subirana
El país
Haia

2 comentarios:

Pluma Roja dijo...

Interesante texto, regresaré por la parte que falta.

Saludos cordiales.

Nayara Borato dijo...

Olá, desculpe invadir seu espaço assim sem avisar. Meu nome é Nayara e cheguei até vc através do Blog A Poética de Cibele Camargo. Bom, tanta ousadia minha é para convidar vc pra seguir um blog do meu amigo Fabrício, que eu acho super interessante, a Narroterapia. Sabe como é, né? Quem escreve precisa de outro alguém do outro lado. Além disso, sinceramente gostei do seu comentário e do comentário de outras pessoas. A Narroterapia está se aprimorando, e com os comentários sinceros podemos nos nortear melhor. Divulgar não é tb nenhuma heresia, haja vista que no meio literário isso faz diferença na distribuição de um livro. Muitos autores divulgam seu trabalho até na televisão. Escrever é possível, divulgar é preciso! (rs) Dei uma linda no seu texto, vou continuar passando por aqui...rs





Narroterapia:

Uma terapia pra quem gosta de escrever. Assim é a narroterapia. São narrativas de fatos e sentimentos. Palavras sem nome, tímidas, nunca saíram de dentro, sempre morreram na garganta. Palavras com almas de puta que pelo menos enrubescem como as prostitutas de Doistoéviski, certamente um alívio para o pensamento, o mais arisco dos animais.



Espero que vc aceite meu convite e siga meu blog, será um prazer ver seu rosto ali.

http://narroterapia.blogspot.com/