Manifestación del ser…
Por: Pilar Alvarez
Cada día tengo
la sensación de que ha nuestra sociedad ya no le importa mucho esto de la
“verdad”. Pero, ¿Quién tiene la verdad? Durante
siglos, el hombre ha preferido ignorarla ante la dificultad de definirla, ya
que, en muchas de las ocasiones, es demasiado cruda o difícil de aceptarse. La verdad está estrechamente
vinculada con las virtudes, y las virtudes, a su vez, están estrechamente
relacionadas con los valores, y hoy al presente estos últimos se practican
poco.
Los valores son los que permiten darle un
sentido a la vida humana. En el orden moral, tradicionalmente, se han distinguido cuatro importantes
virtudes: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza, las cuales se
han denominado como virtudes cardinales. Al
rededor de ellas se circunscriben todas las demás virtudes. Platón, por
ejemplo, hace que de ellas dependa toda su teoría del alma humana y del Estado.
Últimamente ha habido un renovado interés
social por la “verdad”, seguramente
motivado por el agotamiento que tenemos de tanta demagogia, de grandes modelos ilusorios explicativos, y ofrecimientos.
En un artículo en esta misma columna hable
del tablero del ajedrez, pues era un momento de medir los movimientos con mucha
reflexión, y cautela, pero eso ya paso, ahora es como si jugáramos al
parchís, yo cuento diez, te como, me cuento veinte, y te fuiste a casa, o
pongo barreara, y no te dejo pasar, hasta no cumplir yo, con mis expectativas,
un ministerio una alcaldía etc.… Tanto el ajedrez, como el parchís, como el
juego de la oca, siempre han tenido mucha importancia, y cierta comparación con
prácticas y filosofías de nuestra vida social…
Los últimos días han sido de total
incertidumbre, esto para los muchos como yo, que no vivimos de la política, era
como una quiniela, cada momento ver los resultados. Pero y los que tienen como
medio de vida esta “profesión o
vocación, el ejercicio polito” como estarían. Yo personalmente creo que,
terminando una partida, que desde hace meses tenían empezada. La verdad todos
los días nos levantado sin saber con qué color, y, que fuerza política gobernara
nuestra querida España.
Y mientras nosotros buscando que nos digan
la “verdad” de las cosas, que son
las mismas de las que no quieren ni hablar, por lo que dije al principio,
es demasiado cruda y difícil de aceptar, pero la verdad se descubre no se inventa, no nace de las entrañas de la
vida psíquica y consciente del sujeto, viene de fuera y al incorporarse al
sujeto mediante el hábito de la veracidad la extiende fuera de sí mismo.
Sin embargo, la palabra es verdadera cuando el hombre
realmente expresa su juicio con ella. El hombre veraz establece la relación
entre lo que dice y la realidad misma, es decir, entre lo que piensa, siente, y
lo que manifiesta. Que esto
sea así tiene mucho sentido, pues ya se concibe que la verdad es una propiedad
que atañe al juicio, a la manifestación del ser o al comportamiento
del hablante.